BiografÃa del artista
Ortwin Folsch ocultó su mano ensangrentada porque temÃa que su padre le quitara sus preciadas herramientas de escultura. TenÃa siete años.
Nacido en BerlÃn, Alemania en 1960, sus padres eran médicos. En 1968, después de aceptar un trabajo en Yale, su padre trasladó a la familia a Connecticut. Ortwin y sus cuatro hermanos fueron enviados a la escuela pública sin saber hablar una palabra de inglés. Esta experiencia se convirtió en el tema de una de sus esculturas, Window.
De 1973 a 1984 vivió en Rochester, NY, donde tomó cursos de escultura y diseño con Bruce Brown, entre otros, en Monroe Community College. Trabajar con otros artistas fue un gran placer. Más tarde se graduó de SUNY Brockport con una licenciatura y un certificado de enseñanza.
A finales de 1984, se trasladó a RÃo de Janeiro para ocupar un puesto de profesor en el American School. También celebró un contrato de trueque con el JardÃn Botánico de RÃo de Janeiro, de propiedad estatal, ofreciendo cursos de escultura a cambio de acceso a la madera de los árboles caÃdos. Durante muchos años, su pequeño estudio de arte estuvo al lado del JardÃn Botánico.
Ortwin disfruta de artistas locales, como Frans Krajcberg y Sebastião Salgado. Actualmente, esculpe y vende sus esculturas en RÃo de Janeiro.
yo traigo
visiones de la vida
Declaración del artista
Expreso mis ideas a través de lo que falta. Los espacios negativos armonizan con lo sólido. La mayorÃa de mis esculturas abstractas están hechas de madera o bronce. Disfruto de la veta y el calor de la madera y aprecio la majestuosa permanencia del bronce.
Al cortar un bloque de madera o el tronco de un árbol, se produce una transformación mutua. Por un breve momento, tengo el control total y sé exactamente cómo esculpir. Tan pronto como dejo ir esa certeza, la escultura comienza a tomar forma. Por no saber, soy libre de proceder.
A medida que avanza el trabajo, mi punto de vista también cambia. Aparecen vetas, nudos y diferencias de textura que me guÃan para hacer modificaciones a mi visión original. Sin embargo, la premisa central sigue siendo la misma.
La luz del dÃa revela los planos y curvas de la escultura en curso. A medida que las lÃneas toman forma, las sombras y las proporciones van encajando.
Hacia el final, una sensación de urgencia por terminar reemplaza lo que una vez fue simplemente un proceso. Las lÃneas fuertes y limpias no son suficientes. La escultura está terminada solo cuando la pieza adquiere una presencia arquetÃpica que puede conmover a su primer observador.
Siempre tengo curiosidad por ver qué aportan los demás a cada escultura cuando vienen a observar. Se requieren tÃtulos, pero nadie debe leerlos. La obra de arte debe llenar el espacio y hablar por sà misma.
- Esculturas seleccionadas -